Soneto XXIII Garcilaso de la Vega

El autor de este soneto es Garcilaso de la Vega, el poeta que produjo la más importante revolución de la lírica española y fue la figura más destacada del Renacimiento (siglo XVI). Este movimiento consistía en una transformación cultural e ideológica que surgió en Italia en el siglo XIV y se extendió por toda Europa en el XVI.

Nos encontramos ante un texto literario, de género lírico. Por ello podemos mencionar que su modalidad es descriptiva, ya que el emisor describe sus sentimientos, y sus principales funciones del lenguaje son la poética, ya que aparece en todo texto literario, y cuya función es que el mensaje sea bello y elaborado, la expresiva, puesto que el autor describe sus sentimientos, y la apelativa, se puede observar, ya que la voz poética espera una respuesta del receptor, que en este caso es la dama, aunque, también podría ir dirigido a los cortesanos del siglo XVI, humanistas instruidos en el tópico del "carpe diem". Además, podemos añadir que el poeta utiliza un dialecto septentrional, propio del centro de España, emplea un nivel alto y un registro muy elaborado.

Este soneto trata sobre la fugacidad de la vida, utilizando como subtemas la idealización de la dama, típica de la lírica Renacentista (cabello rizado, rubio, largo, el cuello y la piel blanca…) y la naturaleza, ya que compara el aspecto de la dama con el de la naturaleza.
Por lo tanto, podríamos resumirlo como un consejo que le da la voz poética a una dama joven, diciéndole que aproveche su juventud y que disfrute el momento, ya que, el tiempo, que pasa irremediablemente, cambiará su belleza y juventud.
Al principio, nos cuenta como es la dama mediante los colores y rasgos de la primavera, ya que es símbolo de juventud; posteriormente le da el consejo ya citado, que aproveche ahora que es joven; y por último, dice que el tiempo pasa irremediablemente y que puede que sea demasiado tarde.
También, se debe mencionar que la actitud de la voz poética es de apelación explícita al destinatario, ya que se dirige siempre a la joven.

En cuanto a la métrica, nos encontramos ante un soneto (forma italiana del siglo XIV creada por Petrarca), puesto que consta de dos cuartetos y dos tercetos, de 14 versos endecasílabos, con el siguiente esquema métrico: ABBA ABBA CDE DCE, rimando los cuartetos con “-ena” y “esto”, y los tercetos con “-era” “-ado” y “-umbre”. Por lo tanto, la rima es consonante, de acuerdo con el modelo típico en la lírica renacentista. En relación a los recursos expresivos, podemos señalar varios encabalgamientos, como es típico en la lírica renacentista (versos 1-2, 5-6-7…), símil o comparación (versos 5-6, ya que compara su cabello con oro), personificación (verso 10, ya que el tiempo no puede enfadarse), hipérbaton (verso 12. El orden normal sería “el viento helado marchitará la rosa”), oximorón (verso 4 “tempestad serena”. Contrapone lo que a él le causa el contemplar a la dama con la serenidad de ella), anáfora (verso 1-5 “en tanto”. Con ello, el poeta, intensifica el paso del tiempo, ya que significa “mientras”), metáfora (11 y 12 “cubra de nieve la hermosa cumbre”, se refiere a que el pelo se le volverá blanco con la vejez, “Marchitará la rosa viento helado”. Se asemeja su juventud con una rosa) y, finalmente, podemos destacar una enumeración (verso 8 “mueve, esparce y desordena”. Garcilaso le da uso para resaltar más movimiento a su pelo joven). Por lo tanto, este soneto es rico en recursos típicos de la lírica renacentista.

También debemos subrayar que el poema cumple con las propiedades textuales de la adecuación (puesto que idealiza a la dama típica del Renacimiento, utiliza el nivel culto, se observa el tema de la naturaleza…), de la coherencia (el tema de la fugacidad de la vida se ve claro con la información que nos da la voz poética, “todo lo mudará la edad ligera”) y que el receptor entienda su contenido. También cabe destacar la idealización de la dama, puesto que Garcilaso plasma claramente ese ideal en el soneto.

Finalmente, el poema me parece que el autor muestra la veracidad sobre la vida y su fugacidad. Bajo mi punto de vista la vida hay que vivirla en tu juventud, al igual que piensa Garcilaso. Por lo tanto, puedo decir que me parece un buen consejo tanto para mí como para el resto de la humanidad.